El pasado sábado 19 de diciembre, tuvimos la ocasión de asistir a un concierto en familia a las 22.00.
Se trataba del grupo de San Francisco, The Dodos. Tocaron en la Sala Nasti, diminuta y acogedora como sólo ella puede serlo. Con esa magia característica suya. Las entradas (algo elevadas), costaban 20 €.
Tras una larga espera en la puerta rozando la congelación, conseguimos pasar rodeando el escenario lleno de plumillas y rostros conocidos en el panorama indie como Fran Nixon.
Realmente estos chicos, que practican un extraño "weird folk" congregaron a muchos fieles, colgando finalmente el cartel de "Sold Out".
Con el patrocinio de Jägermeister, cuyas chicas tan bien nos daban de beber allí, el trío norteamericano salieron al escenario para demostrarnos su absoluto conocimiento de sus instrumentos.
Con una depurada técnica musical y un amplio aprovechamiento de sus cualidades físicas para tocar diversos instrumentos a la par, nos deleitaron con las canciones de su exitoso último trabajo "Time To Die".
Tras repasar toda su discografía, con grandes canciones coreadas enormemente por su fans, The Dodos entraron en calor, igual que los allí presentes, y comenzó una segunda parte del concierto maravillosa. Con hasta tres bises "interactivos", prácticamente más largos que el concierto en sí, donde demandaron la participación del respetables a base de "insinuar" las canciones que querían escuchar.
Visiblemente emocionados, The Dodos se retiraron con la promesa de volver a vernos tras dejarnos con la boca abierta con esos momentos, prácticamente infinitos, instrumentales que hasta al menos pintao' le hacían mover el pie y el cuello cual perro de la parte de atrás del coche de manera inconsciente.
En directo, joyas de estudio como Walking, Fools (maravillosa) o Winter de su anterior largo "Visiter", o Fables, This Is A Business y Longform de su último trabajo, suenan de maravilla.
Armado con su guitarra, Meric, con su pseudo batería, Logan, y su extenso xilófono, Joe, dejaron un concierto para emocionarse ellos y no dejar indiferente al público que en un principio asistió impertérrito, pero a la fuerza entraron (entramos) en un agradable calor. Buena falta nos hacía.
No sé que será, pero quiero más.
En definitiva, otra magnífica fiesta Wild Shots de ese licorcito dulzón, que gustosamente paladeamos.
¡Hasta la próxima!
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