Toca viajar en metro hasta el otro extremo de la ciudad, donde se encuentra esa gran explanada de cemento llamada Fòrum y que sólo adquiere un cierto sentido cuando se organizan estos eventos. Sigue el calor, hoy más bochornoso. Vamos preparados para andar mucho, ya que nos habían avisado de que esta vez el festival tendría una longitud de casi un kilómetro de largo, casi nada. Entramos para tantear el lugar, pasamos por los puestos de discos y merchandising, vamos a comprobar que en la barra VIP las cervezas van incluidas en el precio igual que años anteriores. Nos refrescamos y salimos a ojear un poco más el recinto cuando nos enteramos que las barras no estaban sirviendo nada porque el sistema de cobro por tarjeta no funcionaba. Error garrafal del festival. A las seis de la tarde ya había bastante gente en el interior y con el calor que estaba cayendo uno no se podía pedir ni una miserable botella de agua a no ser que tuvieras abono VIP, ya que en esta barra se paga en efectivo. Los camareros no sabían lo que sucedía ni cuando se resolvería,el personal de información tampoco te ayudaba y los mochila-man se veían acosados por colas de personas que solicitaban sus servicios. Por lo menos nos dieron un buen tema de conversación para comenzar el festival mientras nos dirigíamos a nuestro primer concierto de la jornada.
ISLET: Esta es una de esas bandas que difícilmente podrás ver en otros festivales por ser un rareza en sí misma, una de esas apuestas arriesgadas que encaja a la perfección con la filosofía del Primavera Sound. Actuaron en el escenario ATP, caracterizado por una programación de artistas nada comerciales o semi-desconocidos. Islet se mostraron caóticos durante toda la actuación, con convulsiones de rock frenético sin sentido alguno donde las canciones parecían medleys de otras tres. El frontman, que recordaba a Nic Offer de !!!, bajaba al público de vez en cuando, gritaba y se sacudía intentando animar al personal, que todavía se encontraba algo frío y sin ningún tipo de ingesta de bebidas desinhibidoras. Todos los miembros cambiaron de intrumentos sin parar mientras nos animaban con sus bailes. Nunca pensé que tanto desorden podría resultar tan maravilloso.
DM SMITH: El telonero que ha acompañado a Mr. Stevens durante la gira se mantuvo íntimo y sencillo durante todo el concierto, como si de un trovador se tratara. Nos cantó con su gitarra, piano o incluso con parte de la banda de Sufjan. Terminó con una emocionente My Impatience donde mezclaba voces que iba grabando a través de dos micrófonos.
SUFJAN STEVENS: Sale la banda y me vuelven los nervios, el escenario no se acaba de ver con claridad porque hay una gran tela negra transparente que cubre toda la parte frontal. Sale el genio de Illinoise y parece que lleve unas alas en la espalda colgando. Se alza la tela negra y todo el escenario se convierte en un mundo milticolor, suena Seven Swans con un Sufjan cantando suavemente, casi susurrando, pero en el momento en el que entra la banda el sonido es estruendoso, un escalofrío recorre mi cuerpo. Sufjan levanta esas enormes alas que llevaba en la espalda y con un juego de luces impresionante parece convertirse en el mismísimo ángel exterminador. El Auditori goza de una acústica perfecta donde se percibe cada ínfimo sonido, es impresionante. Después del primer tema ya se que aquello va a ser enorme. Sufjan muy graciosmante nos lee un discurso que le han escrito en castellano donde se disculpa por su mala pronunciación y nos explica que quiere que nos imaginemos que estamos en una nave espacial donde él es el capitán y nos guiará a través de la galaxia. Yo me subo a la nave sin pensármelo dos veces, ¿alguien más se apunta? El repertorio se centra exclusivamente en su último disco y el espectáculo va acompañado de preciosas proyecciones, coreografías, disfraces y una iluminación espectacular. Cada detalle está calculado, sin dejar sitio a la casualidad o la improvisación. Al final, medio Auditori acabó saltando frente al escenario al ritmo de Impossible Soul y Chicago mientras hacíamos flotar globos enormes sobre nuestras cabezas. Simplemente un espectáculo maravilloso que superó enormemente las expectativas que tenía.
GRINDERMAN: En el Sonoria Festival Milán de 1996 tuve la ocasión de ver a Nick Cave and The Bad Seeds en la gira de 'Muder Ballads' y me dejó un recuerdo maravilloso. A pesar de que nada tiene que ver Grinderman con los Bad Seeds, quizá por intuición musical, sabía que este iba a ser uno de los conciertos destacados del festival. Con la puntualidad que caracteriza al Primavera Sound, a las 23:00 h la banda australiana salió al escenario para dejar claro desde un principio que aquello iba a ser un concierto de rock en estado puro. La primera parte fue un verdadero vendaval. Con un sonido más potente que nunca en el San Miguel, Mickey Mouse and the Goodbye Man, Worm Tamer y Get It On sonaron contundentes, salvajes y eléctricas, pudiéndose comprobar que Nick Cave y su banda están en una forma impresionante. Seguidamente, con Heathen Child, No pussy blues o Honey Bee nos deleitaron con rock and roll malvado y primitivo, y el Sr.Cave dejó constancia de que no hay predicador del rock como él. El australiano estuvo desbocado a la guitarra y cantando buena parte del concierto en los brazos de los fans de las primeras filas. When my Baby Comes fue una montaña rusa de emociones, distorsión y un solo de violín de Warren Ellis que puso los pelos de punta a todo el personal. Con la preciosa Palaces Of Montezuma la conexión con el público fue fantástica, coreando ese estribillo tan cautivador que es "C'mon baby, let's get out of the cold... and give me, give me, give me your precious love to hold...". La última convulsión de la noche, Love Bomb, evidenció que las portadas de sus discos reflejan lo que son encima del escenario, unos animales con mucho poder. (Juan Olivares)
THE WALKMEN: A pesar de que sonaron enormemente bien en el Escenario Pitchfork, el concierto de los neoyorkinos se vio invadido por el sonido que bombardeaba el Escenario San Miguel mientras actuaba Grinderman. Buen concierto, aunque se pudo percibir en todo momento la impotencia del cantante, Hamilton Leithauser, al ver que el sonido del vecino no paraba de molestar. Una auténtica pena porque aquel directo merecía haber sido disfrutado en otras circunstancias.
CARIBOU: En el Escenario ATP, ya con el recinto totalmente masificado, presenciamos uno de los mejores conciertos de electrónica de esta edición. Los cuatro miembros de la banda, agrupados en el centro de las tablas y con unas luces deslumbrantes, dejaron claro que son unos expertos en esto de los beats emocionales conjugados con la música de baile. Sin duda una opción perfecta para dar la bienvenida a la noche y entrar en calor para las horas venideras. El final, con Odessa y Sun, fue impagable.
GOLD PANDA: De vuelta al escenario Pitchfork bajamos por las eternas escaleras que enlazan con el escenario principal. Allí se encontraba Gold Panda detrás de una mesa que suponemos llena de aparatitos. Con una puesta en escena más bien nula, se comportó como si de un dj set se tratara y nos obsequió con una hora de música de baile que no acabó de entusiasmar. Cierto es que hubo momentos en los que los pies se te iban sólos, pero a esas horas quizás ya necesitábamos ritmos algo más animados.
SUUNS: En mi escenario favorito, el Ray-Ban, pude disfrutar de 'Zeroes QC', un disco que te atrapa desde el primer momento: oscuro, electrónico, rockero y muy sugerente, con temas que te ponen los pelos de punta. Suuns comezaron igual que en el álbum, con calma, preparando lo que estaba por llegar. No tardó mucho en sonar Arena con su ritmo contagioso y todos a bailar. Las guitarras se apoderaban de tu mente, te transportaban hacia la oscuridad y te iluminaban para que no lograras perderte. Acabaron con una versión algo acelerada de la tremenda Sweet Nothing, finalizando con una arrolladora sesión a base de guitarrazos musculosos. Fue un enorme gustazo poder comprobar que Suuns tienen un directo demoledor.
GIRL TALK: A base de retales musicales, el americano nos ofreció la mejor fiesta jamás pensada. Fue un no parar de bailes frenéticos con temas como el Thriller de Michael Jackson, Today de los Smashing Pumpkins, Killing in the Name Of de Rage Against The Machine entre otras muchas. Todas ellas fueron mostradas escasos segundos, pero pinchadas con tal maestría que no hubo ni un segundo para coger aire. Podría haberse acabado el mundo en aquel preciso instante y no nos hubieramos ni enterado. Acabó con toda la gente desatada a ritmo de la enorme Shout de Otis Day & The Knigths, como si de una gigante fiesta toga se tratara.
TEXTO: Rubén Surià
FOTOS: Dani Canto (Prensa PS)
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