La noche de ayer se presentaba como una de las grandes noches de la música en Madrid. El concierto de Muse en el Calderón había levantado mucha expectación, a pesar de haber tocado en noviembre en la capital, los ingleses volvían a Madrid con The Big Pink y Editors de teloneros, preparando un espectáculo de esos que no se olvida y por los que vale pagar 50 € para estar en pista.
Personalmente era la segunda vez que veía a los tres grupos, a The Big Pink en el Primavera Sound de este año, a Editors en noviembre en el palacio de Vistalegre de Madrid y a Muse en el FIB del 2007, y aún así, tenia la ilusión que tiene aquel chaval que nunca ha visto a sus ídolos musicales.
Los mega conciertos de este tipo deberían ser obligatorios una vez al año, para vibrar y saltar como si no hubiera mañana, y quedarse embobado mirando las luces y colores del escenario. The Big Pink empezó puntual su concierto, 45 minutos de set y haciendo sonar sus temas más conocidos en el breve espacio de tiempo que pasaron con más pena que gloria sobre el escenario. La labor de teloneros no es nada fácil.
Escenario que todo sea dicho, era como la esquina de un edificio, o la proa de un barco. Gris y feote que tenia que guardar algún secreto porque no me imaginaba semejante armatoste de escenario fuera lo que parecía a simple vista.
Volviendo al aspecto musical, The Big Pink, vinieron, saludaron, tocaron y se fueron. Todavía el Calderón estaba vacío y sonaron mucho más tranquilos que mi vago recuerdo Primaveril de las 3 de la mañana. Los siguientes, y estos ya son otra cosita, fueron Editors. Grandes ellos solos, pues además son cabeza de cartel del Low Cost Festival de Benidorm, fueron igual de puntuales que sus predecesores, y tocaron durante 45 minutos todos los temas y hits que tienen de sus dos álbumes. La gente ya se animaba más, pero creo que la falta de alcohol en todo el recinto también hace que se arrancaran menos personas a dar unos bailes o unos cánticos con las canciones de Editors. An end has a start, Papillon, Smokers outside the hospital doors, Munich o Eat raw meat = blood drool fueron unos de los pocos temas que tocaron los de Tom Smith sobre el escenario, y me dieron la impresión que no pueden ir de teloneros de nadie, que se les queda corto. No para un Calderón, pero tampoco para tocar 45 minutos mientras fans de otro grupo esperan a que salgan los suyos al escenario. Editors piden a gritos conciertos para ellos solos, donde puedan explotar y dar todo lo que tienen, que es mucho y muy bueno.
Y por fin llegaron los esperados Muse, con una impuntualidad indigna de unos ingleses, casi 20 minutos de retraso, las primeras notas de la intro sonaban por los altavoces. Un grupo de manifestantes con banderas y bengalas salían al escenario, toda la pared gris se convertía en una veintena de televisores, la bola planetaria se iluminaba, carteles y banderas anarquistas poblaban el escenario, y el público miraba atónito el espectáculo. Menuda forma de entrar... y espectacular forma de empezar con Uprising, seguir con Supermassive y rematar con New Born.
El show tenia preparado de todo, efectos de luces, pantallas, petardos, humo, plataformas giratorias que se movían por el Calderón con los integrantes de Muse encima, naves espaciales con una trapecista dentro que sobrevolaban el estadio, globos gigantes con forma de ojos... creo que llego un momento que no podía acabar de creerme lo que estaba viendo.
El concierto duro dos horas y poco, con canciones de su nuevo álbum y de los antiguos, MK Ultra, Interlude, Hysteria, Feeling Good (momentazo con el piano), Resistance, Starlight y dos bises donde el primero tocaron 15 minutos sin pausa, del tirón: Unintended, Exogenesis (el momento OVNI con la trapecista) y Stockholm Syndrome; y un segundo bis para acabar con Take a Blow, Plug in Baby y Knight of Cydonia cerrando.
Bellamy demostró que él y su grupo son ya unos de los grandes, de los pocos (aparte de Coldplay) que se atreven a llenar estadios. No les faltó de nada, y supieron agradar a su público que por segunda vez en un año tenían la posibilidad de verlos. Yo me los perdí entonces, pero prometo no volver a hacerlo. Yo repito. Me ha encantado.
TEXTO: Pablo Gómez Grau
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